"La Salvación viene de los judíos" (Juan 4,22) "Al judío primeramente y también a las naciones..." (Romanos 1,16). "En cada Cristiano hay un Judío" (Papa Francisco) "Jesús es Judío y lo será para siempre" (Juan Pablo II)

sábado, 11 de septiembre de 2021

EL PERDÓN LIBERA


EL PERDÓN LIBERA


“Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa”

(Fórmula I, Acto penitencial. Misal Romano)


Desde la antigüedad diez días después de Yom Teruah -  Rosh Hashaná el Año Nuevo Judío,  Dios decide el destino de toda la humanidad expresando todo su amor el día de Yom Kippur, día de  “Expiación, perdón, arrepentimiento”, y Jesús había predicho ese mismo día de Yom kippur que su amor y salvación se extendería a todo el universo, abriendo como antesala la confesión de Simón Pedro (Cf. Mateo 16, 13-21), para luego  instituir el sacramento de la Penitencia y de la reconciliación conocidos en la Iglesia como sacramento de conversión, Penitencia, confesión, perdón y reconciliación (Cf. Catecismo de la Iglesia Católica 1422-1424), “Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos” (Cf. Jn. 20, 22). Así lo indica la Didajé entre los años 60 -160: “En la reunión de los fieles confesaras tus pecados y no te acercaras a la oración con conciencia mala”   (Cf. Didajé IV, 14).

 

En el judaísmo, hasta el día de hoy en Yom kippur confiesan sus pecados inclinados hacia adelante, con la cabeza baja y golpeándose el pecho. Así sucede en los ritos iniciales de la Santa Misa con la fórmula I del Acto penitencial “Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa” golpeándose el pecho, es decir, es día de perdón “Yom Kipúr” en cada Santa Misa. También cuando se permite la reconciliación de muchos penitentes mediante confesión y absolución general se les invita a arrodillarse o inclinar la cabeza para rezar el “Yo confieso” (Cf. Ritual de la penitencia, capítulo III, nº 61; Concilio Vaticano II, Sacrosanctum Concilium, 26-27). La Iglesia Católica heredó esta Tradición hebrea donde el sumo sacerdote administraba el perdón de los pecados o “sacramento del perdón”, y así se continúa donde los fieles buscan al sacerdote para confesar sus pecados recibiendo la absolución YHVH mismo que los perdona (Cf. Hebreos 9, 7; Éxodo 30, 10; Levítico 16, 2-29; Hebreo 7, 27s), así lo instituyó Jesús nuestro sumo sacerdote (Cf. Jn. 20, 22).

 

El judaísmo no conservó esta tradición porque no tienen Templo, por consiguiente no hay sacerdote que administre el perdón de los pecados de él y los del pueblo, alejándose de muchas tradiciones judías que sólo conservó la Iglesia Católica. La Iglesia Católica conserva el sacramento del Perdón y anima constantemente que nos perdonemos mutuamente por las faltas que cometemos como reza el Padre Nuestro. Esta última la conserva el judaísmo (Mateo 6, 9-13; Ben Sira 28, 2; Mateo 5, 23; 6, 14-15).

 

Según la carta a los Hebreos 9 y 10 y el Evangelio según san Mateo 16 existe una conexión entre Yom Kippur y el sacrificio eucarístico. Documentos procedentes del judaísmo como el Zohar y el Talmud de Jerusalém fijaron un acontecimiento para que fuese recordado de generación en generación. Este texto está indicando indirectamente la conexión que hubo entre el Seder de Pesaj “la ultima cena” el 14 de Nisan con el 15 de Nisan cuando se tenían los sacrificios de Chagigah, con el primer sacrificio a las 9:00 am. Hora en que fue crucificado Yeshúa y a las 3:00 pm, cuando fue sacrificado el segundo cordero en el altar del Templo de Jerusalém ocurrió el sacrificio de Yeshúa en el Altar de la Cruz.

 

Así se menciona en la carta a los Hebreos 9, 20: “Esta es la sangre de la alianza que Dios ha contraído con ustedes” (Cf. Éxodo 24, 8ss) y la Plegaria Eucarística dice así: “…Este es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía” (Plegaria Eucarística, Misal Romano Cf. Mateo 26, 28).

 

Por tanto, la conexión entre Yom Kippur y el sacrificio eucarístico en el altar de la Cruz se debía derramar sangre para recibir el perdón (Cf. Hebreos 9, 22; Misná, Yomá 4,2-3).

 

“En cambio, Cristo se presentó como sumo sacerdote de los bienes futuros, oficiando en una Tienda mayor y más perfecta, no fabricada por mano de hombre, es decir, no de este mundo. Y penetró en el santuario una vez para siempre, no presentando sangre de machos cabríos ni de novillos, sino su propia sangre. De este modo consiguió la liberación definitiva. Y no entró para ofrecerse a sí mismo repetidas veces, como hace el sumo sacerdote, que entra cada año en el santuario con sangre ajena. Para ello tenía que sufrir muchas veces desde la creación del mundo. Pero el hecho es que  se ha manifestado una sola vez ahora, al final de los tiempos, para destruir el pecado mediante su sacrificio”. (Hebreos 9, 11-12.25-27)

 

Por tanto, el arca del testimonio dio su último efecto el día de la crucifixión de Jesús. Y ese mismo año en Yom Kippur, YHVH mostraba a través de una cinta escarlata, si salvaba o no a su pueblo, se sabe que desde ese entonces jamás mostró el perdón de los pecados del pueblo por la tal cinta escarlata, porque ya Jesús había derramado su sangre en el Monte Moriah, “El Trono de YHVH”: “Todos los pecados son perdonados, en este día, las manchas del alma y del cuerpo, todas ese día. Di-s hace penitencia por Israel y los purifica de todos sus pecados y no son acusados ante Él. En este día el sacerdote, hace penitencia por él y por su casa y por los sacerdotes y por todo Israel. Y sabían, por una cinta escarlata, si el sacerdote había tenido éxito. Se sabía si el color de la cinta cambiaba a blanco, que había júbilo en lo alto y en lo bajo, sino, todos quedaban acongojados, sabiendo que su oración no había sido aceptada” (Zohar Vayikrá, sección 3, abreviado).

 

El Talmud es el que suministra el tiempo de este gran acontecimiento, que dejó de ocurrir el año 30 e.C, precisamente cuando fue crucificado Jesús el Nazareno, que al mismo tiempo se rasgó en dos la cortina del Templo (Cf. Mc 15, 37-38).

 

“Originalmente, se acostumbraba amarrar la cinta escarlata en la parte de afuera de la puerta del Templo. Si no se volvía blanca el pueblo se entristecía. Por cuarenta años antes de la destrucción del Templo la cinta nunca se volvió blanca, sino que permanecía roja” (Rosh Hashanáh 31b. Yoma 39b; Aharon Cohen Tapiero. Rabí – Maestro, Venezuela 2008, p 63).

                                                                                                       

La salvación empezó a brillar cada ocho días en la comunidad judeocristiana naciente día de la resurrección del Señor, así como se recuerda en aquel documento donde el gran rey sabio Salomón ofreció el sacrificio de la dedicación y terminación del templo por ocho días (II Macabeos 2, 9-12). También la purificación del templo que los extranjeros lo habían profanado, celebraron con regocijo ocho días de fiesta (Cf. II Macabeos 10, 6; Levítico, 23, 36-44; Números 29,35; Nehemías 8,18). Por tanto, esto hace alusión al primer día de la creación, cuando el Eterno dijo que se hiciera la Luz “Y llamó Dios a la luz día, y a la oscuridad la llamó noche. Y atardeció y amaneció: día primero” (Génesis 1,5). Por lo tanto, la primera Génesis comenzó un domingo en el calendario gregoriano (Cf. Shemó Éxodo 40, 2.12). Así entramos al definitivo descanso sabático como dice el documento “Dies Domini” del Santo Padre Juan Pablo II de feliz memoria en su numeral 8: “En el Nuevo Testamento recibe una nueva luz, la del definitivo “descanso sabático” (Cf. Hebreo 4,9) en el que Cristo mismo entró con su Resurrección y en el que está llamado a entrar el pueblo de Dios, perseverando en su actitud de obediencia filial (cf. Hb 4, 3-16). Es necesario, pues, releer la gran página de la creación y profundizar en la teología del “sábado”, para entrar en la plena comprensión del domingo”.

 

Como vemos el arca del testimonio perdió su efecto, dando paso al sacrificio de Acción de Gracias: Así comenta el Midrash: “En el futuro por venir, todas las ofrendas de sacrificios, serán abolidas, menos las ofrendas de acción de gracias; todas las oraciones serán abolidas, menos las oraciones de agradecimiento” (Vayikrá Rabá 27:12, 9:7).

 

Y también el Talmud dice: “…Dijo Dios: en este mundo, un sacrificio efectuó la expiación de ellos (el Pueblo Judío), pero en el Mundo Venidero perdonaré vuestros pecados sin sacrificios…” (Tanhuma Shemini, párrofo 10).

 

Estos textos están señalando que sólo perdurará el sacrifico de “Acción de Gracias” que en griego se dice “Eucharistia”, es decir “Eucaristía – Acción de Gracias”, el Altar de la Cruz donde se confecciona el Pan Eucarístico. Por tanto, el kabalista Rashi comenta que sólo quedaría el “Korban Todah – Ofrenda de acción de gracias” el cual, cuatro tipos de personas están obligados a agradecer a Di-s. Estas personas simbolizan la humanidad que viene de los cuatro puntos cardinales de la tierra para la “Acción de Gracias”, la Eucaristía al encuentro con el Mashiaj la Luz del Mundo y ser así liberados del pecado. También dice Rashi, que no se trata de sacrificios de animales, sino de vino que se vierte sobre el altar. (Cf. Misnah Beruna 1,14). Sin duda que está señalando que todas las korbanot se volverán abolidas en los tiempos del Mashiaj, con excepción del “Korban Todá”. (Cf. Aharon Cohen Tapiero. Rabí – Maestro, Venezuela 2008, p 65).

 

Para terminar, en los descubrimientos de las cuevas de Qumrán encontraron un texto de 200 años de antigüedad antes de Jesús llamado “El Testamento de los Doce Patriarcas” es decir, de los doce líderes de los hijos de Jacod. En el Testamento de José Dice:

 

“Y vi a una Virgen nacida de la Tribu de Judá y de ella nació un Cordero sin mancha, quien va a salvar a las naciones e Israel de su pecados”.

 

El Testamento de Benjamín dice:

 

“Y va a morir el inocente por los pecadores para salvación de Israel y las naciones” (Conferencia 1. Los Evangelios como literatura judía. Prof. David Sedaca. Raíces Judías del Cristianismo. Moriacollege).

 

Pbro.: Aharon Cohen Tapiero  - Hernán Díaz.

En el amor al Mashiaj.


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