"La Salvación viene de los judíos" (Juan 4,22) "Al judío primeramente y también a las naciones..." (Romanos 1,16). "En cada Cristiano hay un Judío" (Papa Francisco) "Jesús es Judío y lo será para siempre" (Juan Pablo II)

domingo, 2 de agosto de 2020

El Trono de YHVH y el arca del Testimonio


El Trono de YHVH y el arca del Testimonio
En el siglo XX, entre el año 1947 y 1956 se encontraron en el Desierto de Judá próximo a Qumrán unos 25000 fragmentos de manuscritos, construyendo unos 900 documentos y un cuarto de ellos fueron copias de la Biblia Hebrea, faltando solamente los libros de Nehemías y Esther (Cf. Dr. Adolfo Roitman, en la Semana de los Rollos del Mar Muerto; J. Vanderkam u P. Flint, the Meanig of the Deud Sea Scroih. New York 2004, p. 150).

Uno de los documentos más enigmático para los arqueólogos y científicos, fue aquel que encontraron, único en su clase, escrito en láminas de cobre, formada por tres placas unidas entre sí, escrito en hebreo, pero distinta del hebreo misnáico. Este documento presenta códigos de supuestos tesoros escondidos, sobre todo letras emblemáticas escritas en griego, que hasta el día de hoy continúan siendo un misterio, y que posiblemente, según los códigos que he utilizado usando “los cuatro lentes de visión”, nos conduzcan al paradero del arca.

Su datación está entre los años 40 y 70 del siglo I d.C. otros datan en el siglo II d.C, año 130 d.C, durante la revuelta de Bar Kokbá. Por tanto, la mayoría se inclina al año 68 del siglo I.

Este documento está escrito en un lenguaje coloquial, reflejando así grandes errores del copista en la que es difícil distinguir ciertas letras, además se encuentran letras mayúsculas en griego al final de algunas líneas de las cuatro primeras columnas.

Es de saber, que las fuentes que utilizo a lo largo de este artículo muestra el camino hacia el tesoro como si fuera un mapa de piratas que lamentablemente muchos arqueólogos y científicos han seguido al pie de la letra.

Como en Qumrán, los tesoros y documentos originales están escondidos en cuevas, pero el enigma son las letras mayúsculas griegas de las cuatro primeras columnas. Es evidente que está indicando el gran tesoro perdido del templo “el arca de la alianza”.

En Qumrán se encontraron en escritura griega el tercer libro de los Macabeos: El triunfo de la oración y la fidelidad y el cuarto libro de los Macabeos: La verdadera filosofía está en la Toráh. (Cf. B. Z. Luria, El Rollo de Cobre del Desierto de Judá. Jerusalém 1963. 3Q15. P.p. 211-302). El 1ro y 2do de Macabeos sólo se encuentra en el Canon católico y es en el 2do libro de los Macabeos donde se da instrucción de su paradero, pero confundiendo al lector, porque también juega con efectos visuales, no es como se indica.

“Y sucederá que, cuando se multipliquen y fructifiquen sobre la tierra, en aquellos días – oráculos de YHVH – no dirán ya: “¡Ah, el arca de la alianza de YHVH!” No se acordarán ya de ella, se les irá de la memoria, ni la echarán de menos no harán otra. En aquel tiempo será llamada Jerusalém trono de YHVH, y se congregarán en torno a ellas todas las gentes en el nombre de YHVH, a Jerusalém,… en aquellos días vendrán juntamente la casa de Judá y la casa de Israel, juntas vendrán de la tierra del septentrión a la tierra que di en heredad a vuestros padres” (Jeremías 3, 16-18).

El primer indicativo es el Trono de YHVH, por lo cual sigue escondida en las profundidades del Monte Moriam, (Cf. Simons, Jake Wallis. El Telégrafo. Consultado el 31 de diciembre de 2014. “El verdadero el arca del testimonio está oculto a un kilómetro de aquí, en cámaras subterráneas creadas durante la época de Salomón”), cumpliéndose ser Jerusalém el “Trono de YHVH”, cuya presencia de Dios se vivía estando cerca del arca: “cuando Moisés entraba en el tabernáculo de la reunión para hablar con YHVH, oía la voz que le hablaba desde encima del propiciatorio puesto sobre el arca del testimonio, entre los dos querubines; así le hablaba YHVH” (Números 7, 89).

Para la era apostólica siglo I d.C, se recordaba para enseñar, fortalecer la fe, pero se mantenía en el olvido, porque desde siglos no sabían de su paradero, es así que no había nada más que decir. Esta carta a los Hebreos tiene algunos datos de la comunidad de Qumrán como “Melquisedec, el Templo, entre otros” como el arca de la alianza uno de los tesoros perdidos: “Después del segundo velo, otra estancia del tabernáculo, que se llamaba el Santo de los Santos, en el que estaba el altar de oro de los perfumes y el arca de la alianza, cubierta toda ella de oro, y en ella un vaso de oro que contenía el maná, la vara de Aharon, que había reverdecido, y las tablas de la alianza. Encima del arca estaban los querubines de la gloria, que cubrían el propiciatorio, de los cuales nada hay que decir en particular” (Hebreos 9, 3-5).
Esto significa que el término Jerusalém cumpliría su efecto “Ciudad de la Paz”, a pesar de largas guerras que ha tenido por milenios siempre proyectará “Shalom - paz”. El papa Francisco cuando viajó a Jerusalém expresó que dentro de los muros sintió paz y esa paz lo envolvió hasta que regresó a Roma. Así lo manifestó San Juan en una de sus visiones: “Se abrió el templo de Dios, que está en el cielo, y dejóse ver el arca del Testamento en su templo, y hubo relámpagos, y voces, y rayos, y un temblor, y granizo fuerte” (Apocalipsis 11, 19; Mt 27, 51; Mc 15, 38; Lc 23, 45b).

 Este relato hace alusión a la teofanía de YHVH en el Monte Sinaí, cuando se les estaba dando las tablas del testimonio (Cf. Éxodo 19, 18-19), esta misma teofanía se proyectó cuando la sangre que brotó del corazón de Jesús, cayó a tierra del Monte Moriáh, donde está el arca del testimonio, siendo el Trono de Dios y lugar, donde YHVH había tomado “polvo – tierra” para crear a Adán, y al desobedecer los arrojó a la tierra de la que lo había tomado (Cf. Gn 3, 23).
Otras imágenes que proyecta el arca del testimonio son los querubines que sellaron el paso hacia el jardín del Edén para que no accedieran al Árbol de la vida (Cf. Gn 3, 24), perfecta imagen de lo que sucedería, que toda Jerusalém sería el Trono de YHVH, ya que en el Santo Sepulcro, lugar cercano donde fue crucificado, se presentaron dos querubines (Cf. Jn 20, 1-10; Mt 28, 2-7; Mc 16, 1-8; Lc 24, 1-12).

Por tanto, el arca del testimonio continúa en ese lugar hasta que YHVH disponga el tiempo de ser descubierta nuevamente y la tribu de Judá y de Israel vivan como los tiempos antiguos y toda nación presencie lo que Dios proyectó para toda la humanidad.

El secreto de su aparición se encuentra en un libro judío que ellos reconocen que fue escrito primeramente en hebreo, pero que no está contenido en el canon judío, porque está escrito en griego el II libro de los Macabeos y que se conserva únicamente en la Iglesia Católica.

“También en documentos está escrito que el profeta, por revelación divina, mandó que le siguiesen con el tabernáculo y el arca, y salió hasta el monte donde había subido Moisés para ver desde allí la heredad de Dios. Llegado a él, Jeremías halló una gruta a modo de estancia, en la cual introdujo el tabernáculo, el arca y el altar de los perfumes, sellando enseguida la entrada. Algunos de los que le acompañaron vinieron luego para poner señales en el camino, a fin de poder hallarlo después. Más así que Jeremías lo puso, los reprendió, diciéndoles: “Este lugar quedará desconocido hasta que Dios vuelva a congregar a su pueblo y tenga de él paradero de estas cosas, aparecerá su gloria, y asimismo la nube, como se manifestó al tiempo de Moisés y cuando Salomón pidió que el templo fuese gloriosamente santificado”. También allí se cuenta cómo el rey sabio ofreció el sacrificio de la dedicación y terminación del templo; y que así como, cuando Moisés oró al Señor, descendió fuego del cielo que consumió el sacrificio, así también, orando Salomón, descendió fuego y consumió el holocausto. Y dijo Moisés: “Por no haber sido comido el sacrificio por el pecado, fue consumido por el fuego”. También Salomón celebró la fiesta por ocho días” (II Macabeos 2, 4-12).

Si analizamos bien el texto con los cuatro lentes de visión, veríamos que todo está indicando al lugar donde ocurrieron grandes acontecimientos desde Adán “El Monte Moriah”, lugar donde se llevaba a cabo estos tres testigos: “Porque tres son los que testifican: el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres se reducen a uno sólo” (1 Jn 7, 8).

Estos tres testigos se necesitan una de otro para dar vida eterna, salvación a la humanidad y una vez al año, en Yom Kippur (día del perdón de los pecados), el Sumo Sacerdote entraba a una “mikve” (Cf. Levítico 16, 24; Meguilá 27ª, Meshiv Davar 2, 45) piscina ritual donde se sumergía y salía como un hombre nuevo “vida eterna”, es decir, salir con vida, esta agua debía ser pura de lluvia, de pozo, de río o manantial (Cf. Levítico 11, 36) para luego ir a derramar la sangre en el arca del testimonio (Cf. Hebreos 9, 6-7; 10, 19-20; Juan 3,16) y de esta manera todos quedaban limpios, salvado de todo pecado. Esto sucedió en la cruz con los tres testigos, el cual Jesús nos dio vida eterna, dando salvación a toda la humanidad (Cf. Jn 19, 34; 1 Jn 3, 11-12). Por tanto, se ven los tres testigos y sabemos que biológicamente tanto la sangre y el agua del corazón de Jesús fue pura.

El arca del testimonio dio su último efecto el día de la crucifixión de Jesús. Y ese mismo año en Yom Kippur, YHVH mostraba através de una cinta escarlata, si salvaba o no a su pueblo, se sabe que desde ese entonces jamás mostró el perdón de los pecados del pueblo por la tal cinta escarlata, porque ya Jesús había derramado su sangre en el Monte Moriah, “El Trono de YHVH”: “Todos los pecados son perdonados, en este día, las manchas del alma y del cuerpo, todas ese día. Di-s hace penitencia por Israel y los purifica de todos sus pecados y no son acusados ante Él. En este día el sacerdote, hace penitencia por él y por su casa y por los sacerdotes y por todo Israel. Y sabían, por una cinta escarlata, si el sacerdote había tenido éxito. Se sabía si el color de la cinta cambiaba a blanco, que había júbilo en lo alto y en lo bajo, sino, todos quedaban acongojados, sabiendo que su oración no había sido aceptada” (Zohar Vayikrá, sección 3, abreviado).

El Talmud es el que suministra el tiempo de este gran acontecimiento, que dejó de ocurrir el año 30 e.C, precisamente cuando fue crucificado Jesús el Nazareno, que al mismo tiempo se rasgó en dos la cortina del Templo (Cf. Mc 15, 37-38).

“Originalmente, se acostumbraba amarrar la cinta escarlata en la parte de afuera de la puerta del Templo. Si no se volvía blanca el pueblo se entristecía. Por cuarenta años antes de la destrucción del Templo la cinta nunca se volvió blanca, sino que permanecía roja” (Rosh Hashanáh 31b. Yoma 39b; Aharon Cohen Tapiero. Rabí – Maestro, Venezuela 2008, p 63).

La salvación empezó a brillar cada ocho días en la comunidad judeocristiana naciente día de la resurrección del Señor, así como se recuerda en aquel documento donde el gran rey sabio Salomón ofreció el sacrificio de la dedicación y terminación del templo por ocho días (II Macabeos 2, 9-12). También la purificación del templo que los extranjeros lo habían profanado, celebraron con regocijo ocho días de fiesta (Cf. II Macabeos 10, 6; Levítico, 23, 36-44; Números 29,35; Nehemías 8,18;). Por tanto, esto hace alusión al primer día de la creación, cuando el Eterno dijo que se hiciera la Luz “Y llamó Dios a la luz día, y a la oscuridad la llamó noche. Y atardeció y amaneció: día primero” (Génesis 1,5). Por lo tanto, la primera Génesis comenzó un domingo en el calendario gregoriano (Cf. Shemó Éxodo 40, 2.12). Así entramos al definitivo descanso sabático como dice el documento “Dies Domini” del Santo Padre Juan Pablo II de feliz memoria en su numeral 8: “En el Nuevo Testamento recibe una nueva luz, la del definitivo “descanso sabático” (Cf. Hebreo 4,9) en el que Cristo mismo entró con su Resurrección y en el que está llamado a entrar el pueblo de Dios, perseverando en su actitud de obediencia filial (cf. Hb 4, 3-16). Es necesario, pues, releer la gran página de la creación y profundizar en la teología del “sábado”, para entrar en la plena comprensión del domingo”.

Como vemos el arca del testimonio perdió su efecto, dando paso al sacrificio de Acción de Gracias: Así comenta el Midrash: “En el futuro por venir, todas las ofrendas de sacrificios, serán abolidas, menos las ofrendas de acción de gracias; todas las oraciones serán abolidas, menos las oraciones de agradecimiento” (Vayikrá Rabá 27:12, 9:7).

Y también el Talmud dice: “…Dijo Dios: en este mundo, un sacrificio efectuó la expiación de ellos (el Pueblo Judío), pero en el Mundo Venidero perdonaré vuestros pecados sin sacrificios…” (Tanhuma Shemini, párrofo 10).

Estos textos están señalando que sólo perdurará el sacrifico de “Acción de Gracias” que en griego se dice “Eucharistia”, es decir “Eucaristía – Acción de Gracias”, el Altar de la Cruz donde se confecciona el Pan Eucarístico. Por tanto, el kabalista Rashi comenta que sólo quedaría el “Korban Todah – Ofrenda de acción de gracias” el cual, cuatro tipos de personas están obligados a agradecer a Di-s. Estas personas simbolizan la humanidad que viene de los cuatro puntos cardinales de la tierra para la “Acción de Gracias”, la Eucaristía al encuentro con el Mashiaj la Luz del Mundo y ser así liberados del pecado. También dice Rashi, que no se trata de sacrificios de animales, sino de vino que se vierte sobre el altar. (Cf. Misnah Beruna 1,14). Sin duda que está señalando que todas las korbanot se volverán abolidas en los tiempos del Mashiaj, con excepción del “Korban Todá”. (Cf. Aharon Cohen Tapiero. Rabí – Maestro, Venezuela 2008, p 65).

El arca del testimonio será hallada en su debido momento y cuando llegue ese día, el pan “matzá” eucarístico que se encuentra en el lugar santísimo, llamado también tabernáculo ocurrirán milagros como en tiempos de antaño que llegarán a todas las naciones porque Jesucristo es “la Torá viviente de Dios” (Cf. Los Dones y la llamada de Dios son irrevocables 29).

Pbro.: Hernán Díaz – Aharon Cohen Tapiero.
En el amor al Mashiaj.

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