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domingo, 12 de julio de 2020

Comentario al Evangelio del XV Domingo Ordinario, Ciclo A. Evangelio de Mateo 13,1-23.

Comentario al Evangelio del XV Domingo Ordinario, Ciclo A.
Evangelio de Mateo 13,1-23.
 
Yeshúa está en Kefar-Najúm (Cafarnaúm), hospedado en la casa de Shimeón Kefa (Simón Pedro). Es su lugar favorito de Galil (Galilea), donde pasa largas temporadas y disfruta del Yam Kineret (Mar/Lago de Galilea) y de la compañía de sus talmidim (discípulos).
 
Es de mañana, y HaRab miNatzrat (el Maestro de Nazaret) se sienta en la orilla del lago con sus talmidim para enseñarles, pero al momento, una multitud de personas se acerca para escucharlo. Al ser tantos, Yeshúa decide subirse a una barca y enseñar a todo pulmón desde los primeros metros del lago, ya que no quiere que nadie deje de escuchar su mensaje. Entonces comienza a hablarles con parábolas. ¿Qué es una parábola? Es un relato imaginario basado en escenas de la vida cotidiana, cuyo objetivo es dar una enseñanza efectiva y un mensaje que todos entiendan. La parábola era un método de enseñanza muy querido por los rabinos, especialmente los fariseos. Yeshúa no habla a teólogos, sino a gente sencilla del campo, y no les habla con expresiones sofisticadas, sino con imágenes que ellos viven y entienden.
 
Yeshúa les habla de un hombre que sale a sembrar en el campo. En aquellos entonces, la siembra de trigo y cebada era muy importante, pues la producción de pan, el alimento más importante de la dieta judía del siglo I, dependía de ella, y los campos de Galil, especialmente a los alrededores del Yam Kineret, eran bastante fértiles, y eran aprovechados para la siembra.
 
La forma en que el hombre siembra es esparciendo con fuerza los granos, no solo depositándolos en los surcos del campo, de manera que muchos no caen precisamente en la tierra preparada. Yeshúa usa esta forma de siembra para aludir que su predicación es "al azar", es decir, que él da el mensaje, pero son las diferentes disposiciones y estados de las personas las que lo hacen o no fructificar. 
 
HaMashíaj (Cristo) menciona algunos elementos adversos propios de la siembra. A veces las semillas caen en el camino, donde los gorriones, tordos o jilgueros pueden comérselas; otras veces caen entre las piedras, que tienen tierra poco profunda y con poca humedad, lo cual favorece solo la salida de la raíz y una pequeña plantita, pero, al no retener la humedad, aunado al fuerte sol del Medio Oriente, la tierra se seca y la planta muere. Otras caen entre las zarzas, las cuales absorben todos los nutrientes de la tierra, impidiendo que la semilla de nutra, por lo cual muere. Finalmente, otras caen en la tierra preparada para la siembra, con buena humedad y profundidad para que las raíces crezcan y bajo los cuidados de los agricultores, favoreciendo el crecimiento de espigas saludables que darán su propio fruto, el cual dependerá de su desarrollo, siendo unas espigas más fructíferas que otras, garantizando una gran cosecha.
 
Yeshúa termina con una frase que exige atención: "el que tenga oídos para oír, que oiga", la cual es un arameísmo para decir, "escuchen todos, que esto es importante.. "
 
Como dato adicional, añadiremos una parábola muy curiosa que no está en los Evangelios, sino en un apócrifo, pero los exegetas y lingüistas coinciden en que tiene todo el estilo y vocabulario de Yeshúa, por lo cual, podría ser auténtica, transmitida por la tradición oral y puesta por escrito en el Libro Secreto de Santiago, tal y como diría San Ireneo de Lyon: "una perla en medio del lodo..."
 
Esta parábola da mayor fuerza al mensaje de la parábola del sembrador:
 
"El Reino de los Cielos es como una espiga de trigo que acaba de surgir de la tierra. Cuando este trigo madure, dará sus frutos y llenará el campo de espigas durante otro año. Así también, procúrense lo antes posible de una espiga de vida para ser colmados por el Reino".
 
- Abbir ben Ismael.

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YESHUA HAMASHIAJ