"La Salvación viene de los judíos" (Juan 4,22) "Al judío primeramente y también a las naciones..." (Romanos 1,16). "En cada Cristiano hay un Judío" (Papa Francisco) "Jesús es Judío y lo será para siempre" (Juan Pablo II)

lunes, 25 de mayo de 2020

SIERVOS DEL COVID-19


SIERVOS DEL COVID-19
¡No tengo alimentos, sólo queda para mi hijo y yo. No debo Salir a atender a su enfermo el Covid-19 no me lo permite. No debo recibirlo en mi casa porque primero está mi salud – salvación que atender sus necesidades!

Si bien es cierto que hay “quedarse en casa” guardando la cuarentena que se ha extendido a más de tres meses, también es cierto que nuestro pueblo está en las calles buscando alimento, trabajo, agua (yo soy uno de ellos) gas o en su defecto leña “Madera para preparar los alimentos” para sobrevivir en medio de esta pandemia. ¿Dónde están los tantos heraldos que ofrendaron su vida a Dios para construir una civilización donde las clases sociales nos tratemos como hermanos en esta gran casa en la que habitamos todos, en especial atención a los “huérfanos y viudas” (Cf. St. 1, 27) que en cada momento tocan nuestras puertas o los vemos en las calles desesperanzados o siendo maltratados, hambrientos, pidiendo en voz en cuello misericordia sin ser escuchados.

Nos estamos apartando del principio fundamental de nuestra vida cristiana que se nos ha dado desde la última Cena de Pesaj “La Eucaristía” hasta Shavuot “Pentecostés”, deber de cada cristiano mostrar la plenitud de la Toráh.

“No estéis en deuda con nadie, sino amaos los unos a los otros, porque quien ama al prójimo ha cumplido la Toráh. Pues “No adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás” y cualquier otro precepto, en esta sentencia se resume: “Amarás al prójimo como a ti mismo”. El amor no obra el mal del prójimo, pues, el amor es la plenitud de la Toráh” (Rom 13, 8-10; Éx 20, 13-17; Lv 19, 18; 1Cor 13, 4-8; 1Jn 2, 7-9; 3, 11; Jn 13, 34; 1P 1, 22; 1, 16; St 1, 8-11)

Antes estas situaciones se han tenido preferencias, aptitudes egoístas comúnmente en el ser humano que, al no impregnarse de la “plenitud de la Toráh” (Cf. Rom 13, 8-10) cierra un círculo con selectas amistades, suministrándoles la atención que busca, mientras que el “huérfano y la viuda” expresa su sentir ante la sociedad como un ser que ha sido descalificado por el hecho de vivir en los barrios, en su manera de vestir, por no tener dinero y siendo juzgados malintencionadamente. El desprecio hacia el pobre ha sido una constante en la historia del hombre.

“Si en verdad cumplís la ley regia de la Escritura: “Amarás al prójimo como a ti mismo”, bien hacéis; pero si obráis con acepción de personas, cometéis pecado, y la Toráh os argüirá de transgresores. Porque quien observe toda la Toráh, pero quebrante uno solo precepto, viene a ser reo de todos; pues el mismo que dijo: “no adulterarás” dijo también “no matarás”. Y si no adulteras, pero matas, te has hecho transgresor de la Toráh” (St. 1, 8-11; Lv 19, 18; Prov 24, 23; Éx 20, 13s).

Por lo tanto, debemos ser obedientes al “Don” de Dios que se nos dio en Pentecostés, cuya conducta cristiana debemos mostrar para validar el amor que Dios ha dado a toda la humanidad y nos diferenciemos de los demás cuyo reflejo es la santidad “Sean ustedes santos en toda su conducta” (St. 1, 15).

El Espíritu de Santidad nos ha dado la fortaleza para ir a anunciar las Buenas Nuevas y cumplir los Diez Mandamientos con la novedad de Jesús de “Amarnos los unos a los otros” con sincero corazón.

En el amor del Mashiaj,
Pbro. Aharon Cohen Tapiero.

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