BAUTISMO DEL SEÑOR Y EL NUEVO BAUTISMO
“TEVILÁH”
Bautismo viene del griego “baptizein” (Sumergir, introducir dentro del agua, inmersión) del hebreo Teviláh de la raíz “Taval” (Inmersión) vocablos que representan lo mismo.
Para poder entender el bautismo de Juan en el Jordán, que proclamaba “un bautismo de conversión para el perdón de los pecados” (Cf. Lucas 3,3), citaré una frase adyacente que se encuentra en Levítico 22, 6-7 que incluye la inmersión usando el verbo “lavar” רחץ como indica el capítulo 15, 5-8. 10-11.
“Quien toque estas cosas quedará impuro hasta la tarde, y no comerá de las cosas sagradas, sino que lavará su cuerpo con agua; a la puesta el sol, quedará limpio y podrá luego comer de las cosas sagradas, pues son su alimento” (Levítico 22, 6-7).
Así comienza el bautismo de Juan en el Río Jordán a preparar los corazones de estos que fueron a bautizarse, la cual era una multitud de pecadores, publicanos y soldados (Cf. Lucas 3, 10-14), fariseos y saduceos (Cf. Mateo 3,7) y prostitutas (Cf. Mateo 21, 32) buscando la conversión y el perdón de sus pecados para recibir la Palabra hecha carne, al “Cordero de Dios que quita los pecados del mundo” (Cf. Juan 1,29).
Por el bautismo de Jesucristo en el Jordán se ha manifestado el misterio del nuevo bautismo, donde él nos bautizará con Espíritu Santo (Cf. Marcos 1,8), ese mismo Espíritu que se cernía sobre las aguas de la primera creación desciende entonces sobre Cristo, manifestando la nueva creación y como su “Hijo amado” (Cf. Mateo 3, 16-17; Marcos 1,11), para que lo reconozcan los hombres como el Mesías de Israel y las Naciones como el Enviado a anunciar la salvación. (Cf. Catecismo de la Iglesia Católica 1223-1225).
Este nuevo bautismo fue abierto por el Mashiaj a todos los hombres en su Pascua; el agua que brotó de su costado traspasado (Cf. Juan 19,34), por eso, la Iglesia toma la mitzvá “mandamiento” dicha en Mateo 28, 19-20 y de las imágenes del Evangelio de Marcos 1, 7-11; esta mitzvá cobra fuerza en la misión encomendada a los apóstoles: “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Cf. Didaché 7, 1-3).
Todos los cristianos hemos sido bautizados y por tanto, tenemos la obligación de anunciar con amor y servicio a Jesús, muerto y resucitado para la liberar a los hombres sumergidos en el pecado y así reciban con un corazón limpio al Pan vivo bajado del cielo, la Palabra hecha carne.
Pbro.: Aharon Cohen Tapiero – Hernán Díaz.
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YESHUA HAMASHIAJ