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domingo, 11 de octubre de 2020

Del estudio de las Sagradas Escrituras sacaba nuestro Doctor su fuego interior “¡Alegrémonos y bailemos con la Toráh!”


Del estudio de las Sagradas Escrituras

sacaba nuestro Doctor su fuego interior

“¡Alegrémonos y bailemos con la Toráh!”

 

Durante todo el año los Católicos de Tradición Hebrea nos afanamos día y noche en el estudio de la Toráh: Antiguo y Nuevo Testamento, esto viene destacado en la nueva Carta Apostólica “Scripturae Sacrae Affectus”, una estima por las Sagradas Escrituras, del Santo Padre Francisco, donde San “Jerónimo nos enseña que no sólo se deben estudiar los Evangelios, y  que no es solamente la Tradición apostólica, y en las Cartas, la que hay que comentar, sino que todo el Antiguo Testamento es indispensable para penetrar en la verdad y la riqueza de Cristo (Cf. Conc. Ecum. Vat II, Const dogm. Dei Verbum, sobre la divina revelación, 14), ya que a la luz de las “figuras” veterotestamentarias es posible comprender plenamente el significado del acontecimiento de Cristo,  cumplido en su muerte y resurrección” (Carta Apostólica Scripturae Sacrae Affectus del santo padre Francisco).

 

Por tal motivo nos regocijamos con la Toráh, ¡estamos alegres! "Sinját Toráh", es la época de nuestra alegría en la que celebramos el estudio de la Toráh que es vital para la existencia del cristianismo, en la que sentimos la cercanía entre Dios y su pueblo, Palabra que llegó a hacerse carne, la Toráh viviente, Jesús Eucaristía.

 

San Jerónimo estudió las Sagradas Escrituras con amor entregado como lo hizo Jesús por su Iglesia, que muchos de nosotros, siguiendo su ejemplo, nos apasionamos estudiando, para llevar la Palabra Viviente a la humanidad que espera. Por tanto, es menester estar preparados “para el lenguaje bíblico, sus modos expresivos y las tradiciones antiguas” (Cf. Carta Apostólica Scripturae Sacrae Affectus del santo padre Francisco), para que de esta manera el texto bíblico sea descifrable y comprensible, llegando con ojos luminosos a la plenitud de los tiempos en la Palabra Viviente es decir, la Escritura y la Eucaristía: “Nosotros leemos las Sagradas Escrituras. Yo pienso que el Evangelio es el Cuerpo de Cristo; yo pienso que las Sagradas Escrituras son su enseñanza. Y cuando él dice: Quien no come mi carne y bebe mi sangre (Jn 6, 53), aunque estas palabras puedan entenderse como referidas también al Misterio (Eucarístico), sin embargo, el cuerpo de Cristo y su sangre es realmente la palabra de la Escritura, es la enseñanza de Dios” (Cf. In Psalmun 147: CCL 78, 337-338; S. Jerónimo; Obras homiléticas. Comentario a los Salmos: Obras Completas, edición bilingüe, vol I, Ed. BAC, Madrid 1999, p. 635-636).

 

Alégrense y bailemos con la Toráh, las Sagradas Escrituras, porque nos afanamos en dar a conocer a sus hijos en la casa, en la calle, en el trabajo, en la catequesis la Palabra de Dios con amor entregado al Mashiaj (Cf. Deuteronomio 6,6). Encomendémonos a Nuestra Señora, la Virgen María, que el día de Pentecostés “Shavuot”, mostraba su prestigio como conocedora de las Sagradas Escrituras, para que como Ella, las contemplemos y meditemos, haciéndolas realidad en nuestras vidas.

Pbro.: Hernán Díaz – Aharon Cohen Tapiero.

En el amor al Mashiaj.

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