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domingo, 18 de octubre de 2020

Comentario al Evangelio del XXIX Domingo Ordinario, Ciclo A. Evangelio de Mateo 22,15-22.

Comentario al Evangelio del XXIX Domingo Ordinario, Ciclo A.
Evangelio de Mateo 22,15-22.
 
Este relato es uno de los que mejor nos permiten ver la genialidad y sagacidad del Rab miNatzrat (Maestro de Nazaret), además de que hay un consenso entre los historiadores y críticos, aún ateos, que ven en él un recuerdo histórico y real de Yeshúa, pues cumple con todos los criterios.
 
Después de que Yeshúa aleccionó a los kohanim (sacerdotes) y zekenim (ancianos), los perushim (fariseos) del Bet haMikdash (Templo de Jerusalén) buscan tenderle una trampa, y se reúnen para elaborar una estrategia que logre que Yeshúa se contradiga e incluso se incrimine con sus propias palabras. Una vez de puestos de acuerdo, los perushim cobardemente le envían a sus talmidim (discípulos) en vez de ir ellos mismos, y los hacen acompañar de un grupo de herodianos, es decir, siervos de la dinastía de Herodos (Herodes) y colaboracionistas con el poder romano, para echar a andar su redada...
 
Llegan los talmidim de los perushim y los herodianos ante Yeshúa y le dicen con falsa amabilidad un panfleto ensayado y dictado por sus instructores: "Rab (Maestro): sabemos que eres sincero y veraz, y que enseñas de verdad el camino de Elohim, y que no respetas a nadie, pues no te fijas en las personas". La expresión και ου μελει σοι περι ουδενος ου γαρ βλεπεις εις προσωπον ανθρωπων (kaí ou mélei soi perí oudenós ou gar blépeis eís prósopon anthrópôn) es un hebraísmo cargado de ironía y sarcasmo, queriendo dejar a Yeshúa ante la gente como un irrespetuoso e irreverente que "no ve la cara de las personas (traducción literal del griego)", es decir, no le importa si las personas son humildes o aristócratas, jóvenes o ancianos, Él siempre dice lo que quiere... De tal magnitud es lo que quieren decir los perushim... Y le preguntan a quemarropa: "¿es compatible con la Torá (ἔξεστιν= exestin, que implica legalidad) pagar tributo/impuesto al César?"...
 
La trampa es perfecta. Deliberadamente, los perushim enviaron herodianos, aliados de Roma, para atestiguar la respuesta de Yeshúa. Si dice que está prohibido, los vasallos de Herodos inmediatamente irán ante el prefecto Pontius Pilatus, quien en estas fechas cercanas a la Moed haPésaj (Fiesta de Pascua) reside en Yerushalaím (Jerusalén) en la Fortaleza Antonia, la cual está ubicada estratégicamente al lado del Bet haMikdash para sofocar cualquier levantamiento o alboroto motivado por cualquier fanático; además, legionarios romanos vigilan, sobretodo, el atrio de los gentiles, donde muy posiblemente se llevó a cabo este episodio, y lo arrestarán y crucificarán bajo cargos de sedición, además de que dará motivo a los zelotes, fanáticos antirromanos, para un levantamiento armado contra Roma.
 
Si dice que está permitido dar tributo al emperador, se salvará de Roma, pero será tachado de colaboracionista y rechazado por sus paisanos israelitas, que tienen un fuerte y generalizado sentimiento antirromano, y, en el peor de los casos, será asesinado por los zelotes...
 
Yeshúa, dándose cuenta de su mala fe, les dice: "¿Por qué me ponen una trampa, comediantes (ὑποκριταί= ypokritaí)?". Yeshúa los llama como a los actores teatrales griegos que usaban máscaras pintadas con expresiones faciales exageradas para hacer reír al público. Más que llamarlos "hipócritas" en el actual sentido peyorativo de la palabra, los califica con desdén e ironía como personas grotescas que dan risa solamente...
 
Entonces Yeshúa les pide que le muestren la moneda del impuesto: un denario de plata, el sueldo diario de un jornalero, grabado con el rostro del emperador Tiberio, y con la inscripción "TI[BERIUS] CAESAR DIVI[NUS] AUG[USTUS], F[ILIUS] AUGUSTUS", es decir, "Tiberio César Augusto, hijo del divino Augusto". 
 
Para los judíos, era impensable recibir esta moneda en el Bet haMikdash, pues se consideraba que al permitir su acceso en el recinto sagrado, se daba culto al emperador, además de que ostentaba su retrato, por lo cual, al llegar al templo, para el impuesto del templo, estas monedas eran cambiadas por su equivalente en shekel fenicio, el cual era permitido en el santuario.
 
Los perushim y los herodianos se frotan las manos, saboreando su victoria, cuando entonces, Yeshúa levanta la moneda ante todos, y pregunta en voz alta, de manera que todos escuchen: "¿De quién es ésta imagen y esta inscripción?", a lo que todos responden: "Es del César..."), y Yeshúa, con firmeza, les contesta: "Entonces, regrésenle (απόδοτε= apódote) al César lo que es suyo, y regrésenle (απόδοτε= apódote) a Elohim lo que a Él le pertenece"...
 
La respuesta de Yeshúa sorprende a todos, pues es tiene un doble sentido, un doble reclamo. A los perushim, les dice que las cosas de Adonai no deben mezclarse con las del imperio, pues introdujeron una moneda impura y prohibida al santuario con la tonta idea de ponerle el pie a Yeshúa, además de que les deja en claro que deben ocuparse de aquello que agrada a el Eterno, y no hacer tonterías.
A los herodianos y romanos también les da un mensaje: las monedas del imperio son todas del emperador, y los judíos se las regresarán en los impuestos, pero la tierra de Israel, su gente, su religión y su santuario, son propiedad de YHVH; es un reclamo implícito contra la dominación romana que oprime a Israel, y Yeshúa legitima a su nación y su gente como exclusivos de YHVH, el Todopoderoso, y de nadie más.
 
Tanto los perushim como los herodianos se ven ridiculizados y lo dejan en paz...
 
- Abbir ben Ismael.

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