QATOLÍM
(Una,
santa, católica y apostólica)
Desde el día de Pentecostés “Shavuot” la Iglesia es católica (Cf. CEC 832), que desde la predicación
de Pedro y las enseñanzas de los apóstoles, el mensaje se extendió a todas las
naciones representada con los judíos y prosélitos de la diáspora (Cf. Hch. 2,
7-11), creando así las Iglesias particulares empezando con la Iglesia de
Jerusalem (Cf. Hch. 8, 1; 11, 22), la Iglesia de Corinto (Cf. 1 Cor 1, 2), las
Iglesias de Asia (Cf. 1 Cor. 16, 19), las Iglesias de Judea (Cf. Gal 1, 22),
las Iglesias de Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea
(Cf. Ap. 2, 1-14), que gozaban de tradiciones y costumbres propias: “A demás,
dentro de la comunión eclesiástica, existen legítimamente Iglesias
particulares, que gozan de tradiciones propias, permaneciendo inmutable el
primado de la Cátedra de Pedro, que preside la asamblea universal de la caridad”
(Cf. San Ignacio M., Rom. Pref.: ed.
Funk, I p. 252; Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, 13).
Entre tanto, se entiende la Iglesia particular, que es la diócesis;
una comunidad de fieles cristianos en comunión en la fe y en los sacramentos
con su obispo ordenado en la sucesión apostólica (Cf. CEC 833; Concilio Vaticano II, Christus Dominus 11; CDC, 368-369).
En ellas y a partir de ellas existe la Iglesia católica, una y única (Cf. Concilio Vaticano II, Lumen Gentium,
23) Para ello es menester estudiar las terminologías “La Iglesia católica”,
del griego “ikatholiki ekkisi - Η
Καθολική Εκκλησία”.
El teólogo Abbir ben Ismael, en su
artículo “El Credo”, despliega los términos: “La palabra “Iglesia”
viene del griego "Εκκλησία (Ekklesía)", de la expresión “Ek kaleo”,
que significa “llamar, convocar”, y sobre todo, “asamblea”, que es la reunión
de los creyentes en Jesús el Mesías. Ekklesía, a su vez, es una traducción del
hebreo “קהילה (kehilá)”, y viene de “קהל (kahal= reunirse)” que significa “comunidad”,
e implica en la mentalidad judía una congregación particular dentro de la
comunidad global. La Kehilá de Jesús de Nazaret fue, con toda la extensión de
la palabra, una congregación particular, cuya principal característica dentro
del judaísmo era la fuerte convicción en la llegada del Mesías en la figura de
Jesucristo. En la actualidad, en hebreo se llama a la Iglesia “כנסייה knisiá”, que viene del hebreo “כנסת (Knéset)”, es decir, “asamblea”.
Pero la Kehilá (Iglesia) de Jesús tiene vocación universal; por eso se llama “Católica”
(del griego Καθολικός (Katholikós)= Universal”.
La Iglesia Católica es un doble sentido fundamental y
misionera (Cf. CEC 830 – 831). Es fundamental
porque Cristo está presente en la Iglesia cuyo cuerpo místico es la Iglesia
unido a su cabeza que es Cristo Jesús, remontándose desde sus orígenes el día
de Pentecostés “Shavuot” hasta que vuelva el “Mashiaj” por segunda vez (Cf. CEC
830); Concilio Vaticano II, Ad gentes 6). Y misionera porque ha sido enviada
por Jesucristo a evangelizar a todas las naciones (Cf. CEC 831; Mt 28, 19).
Desde los albores de la cristiandad se defendió las
costumbres y elementos dinámicos propios de la Iglesia católica naciente, es
decir, desde el principio de manera implícita se estaba utilizando el concepto “Católico”
que se originó en Pentecostés: “Los primeros años de la Iglesia, los llamados
Cristianos Judíos, los Cristianos Gentiles, la Ecclesia ex circuncisione y la
Ecclesia ex gentibus, una Iglesia, originada del judaísmo y otra de los
gentiles, las cuales juntas constituían la una y sola Iglesia de Jesucristo” (Los Dones y la llamada de Dios son
irrevocables, 15).
Dos comunidades donde sus elementos culturales o
costumbres eran rechazados de parte y parte hasta que se llegó un acuerdo en el
primer Concilio de Jerusalem (Cf. Hch. 15).
Esto motivo a Pablo a defender un pluralismo cultural,
consciente que en la Iglesia “Católica” por ser “universal” caben todas las
culturas, escribió: “En cualquier caso, cada uno siga viviendo en la situación
que le asignó el Señor, tal como vivía cuando lo llamó Dios. Ésta es mi norma
en todas las Iglesias. ¿Te llamaron estando circuncidado? No lo disimules. ¿Te
llamaron estando sin circuncidar? No te circuncides. Ser circunciso o
incircunciso no cuenta; lo que cuenta es cumplir los mandamientos de Dios. Cada
uno permanezca en el estado en que fue llamado” (1 Cor 7, 17-20; Gál 5, 6; 6,
15).
Esta catolicidad es testimoniada por los Padres de la
Iglesia, entre ellos San Ignacio de Antioquía en su Carta a los Esmirnas y por
su cercanía con el tiempo de los apóstoles es padre apostólico: “Sigan todos al
obispo, como Jesucristo al Padre, y al presbítero como a los Apóstoles. Respeten
a los diáconos como al mandamiento de Dios. Nada de lo que atañe a la Iglesia
lo hagan sin el obispo. Solo ha de considerarse válida aquella eucaristía que
esté presidida por el obispo o por aquel en quien él mismo delegue. Donde aparezca
el obispo esté allí la comunidad, así como donde está Jesucristo, allí está la
Iglesia Católica” (Cf. Smymaeans.htmi.
Ignatius to the Smymaeans. M. 8, 1-2).
Pbro.: Hernán
Díaz – Aharon Cohen
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