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miércoles, 30 de diciembre de 2020

Janucá y Pablo: El Apóstol que nunca se divorció del judaísmo

 

Janucá y Pablo:

El Apóstol que nunca se divorció del judaísmo

 

En el mes de diciembre el cristianismo celebra la “Natividad del Mashiaj”, mientras que en el judaísmo “Janucá” cuyas fiestas vislumbran la “Luz Eterna” que permanecía en el Templo de Jerusalém día y noche (Cf. Éxodo 25, 31-40; 37, 17-24), era la lámpara central o del medio de la menorá que nunca de apagaba  ni cuando se limpiaba la menorá, el cual era el símbolo de la presencia y la eterna fe en Dios; el milagro que ocurrió en el Templo tras la victoria de los Macabeos cuya luz duró “ocho días” (Cf.1 Macabeos 4, 36-61; 2 Macabeos 10, 1-8), recordando la gran página de la creación que el primer día u octavo día se hizo la “Luz” (Cf. Génesis 1, 3-4), Luz que se hizo carne en la persona de Yeshua HaMashiaj “Jesús el Mesías” como lo testimonia el Evangelio según san Juan (Cf. Isaías 60, 10-20).

 

Y sucedió que por aquellos días “se celebraba en Jesuralém la fiesta de la Dedicación “Janucá” y era invierno. Jesús paseaba en el templo, en el pórtico de Salomón” (Juan 10, 22-23).

 

Juan menciona esta fiesta claramente dando a entender que Jesús es el Mesías, la Luz del mundo (Cf. Juan 8, 12). Dedicación o inauguración  en hebreo “Janucá” conocida también como la fiesta de las “luces”, allí se conmemoraba el triunfo y la recuperación de la independencia judía con la re-dedicación del Templo de Jerusalém en tiempos de la revuelta macabea en contra de los griegos seléucidas. Sólo encontraron un poquito de aceite de oliva puro, fabricado por los cohanin el cual certificaba que era apto para su uso en el lugar santísimo. La preocupación era que el aceite sólo duraría un día, lo que no se esperaba que la luz duró ocho días. Ese fue el milagro que ocurrió allí.

 

Saulo “Pablo” celebró como buen judío la fiesta de la Dedicación “Janucá” y comprendió su significado cuando una “luz” que venía del cielo lo deslumbró. Así su mensaje paulino sería mesiánico.

 

“Iba de camino, ya cerca de Damasco, cuando de repente lo deslumbró una luz que venía del cielo. Cayó en tierra y oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Contestó: ¿Quién eres, Señor? Le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues” (Hechos 9, 3-5).

 

En la fiesta de Janucá los judíos esperaban con ansias la venida del Mashiaj por el “Gran Milagro” que ocurrió en el templo. “Saulo iba ganando fuerza y confundía a los judíos que vivían en Damasco, afirmando que Jesús era el Mesías” (Hechos 9, 22).

 

En vista de este gran acontecimiento, Pablo anduvo en Damasco visitando a las comunidades judías que en hebreo se les llama “kehilot” en plural y comunidad “kehilá” en singular y los judíos de habla griego le decían “Eklesía” Iglesia, las cuáles eran las mismas sinagogas. La Iglesia naciente en su mayoría era judía y pocos prosélitos “gentiles” que se congregaban en las sinagogas o comunidades judías, así lo comentan algunos textos:

 

“Y tuvo con los discípulos que había en Damasco algunos días, y enseguida en las sinagogas predicaba a Jesús” (Hechos 9, 19-20).

 

“Y llegado a Salamina, anunciaba la Palabra de Dios en las sinagogas de los judíos…” (Hechos 13, 5).

 

“Más ellos pasando adelante, desde Pergue llegaron a Antioquía de Pisidia y entraron a la sinagoga el día sábado” (Hechos 13, 14).

 

También otros textos a lo largo de los Hechos de los Apóstoles describen las reuniones de Pablo en las sinagogas (Hechos 13, 42-44; 14,1; 16, 13; 17,1; 17, 10-11; 18, 4; 19, 8-10), es decir, la misión de Pablo era el anuncio mesiánico dentro del judaísmo.

 

Es importante notar que la época de Saulo de Tarzo o San Pablo, cronológicamente se da, aproximadamente, entre los años 40–65 de la era común, antes de la destrucción del Templo de Jerusalém. Debido a estas comunidades judías “sinagogas” donde estaba naciendo como ante sala el “cristianismo” conocida primeramente como “Los Nazarenos o los del Camino”, Pablo expandió esta Iglesia de Jesucristo en la diáspora donde fue creciendo el número de los gentiles o prosélitos por lo cual, Pablo se vio obligado a resolver el status jurídico de los gentiles dentro del judaísmo (Cf. Conflicto e identidad en la Carta a los Romanos. El contexto social de la Carta de Pablo, Philip F. Ester. Verbo Divino, 2006).

 

Siglo después se le dio a Pablo el título de “Apóstol de los Gentiles” porque él luchó enérgicamente para que el judaísmo aceptara la salvación de los gentiles en la fe de Yeshúa HaMashiaj “Jesús el Mesías” (Cf. Hechos 5, 42b), argumentando con bases teológicas judías en aplicarles las leyes de Noé. En el Concilio de Jerusalém aplican parcialmente algunas leyes (Cf. 15, 29; 21, 25.     Causas y consecuencias de la Ruptura entre el judaísmo y el cristianismo en el siglo II. Mario Javier Saban, Universidad de Lleida. Tesis Doctoral 2016).

 

1.      Absténgase de alimentos sacrificado a los ídolos.

2.      Absténgase de la sangre (No comer parte de un animal vivo).

3.      Absténgase de los animales estrangulados.

4.      Absténgase de las relaciones sexuales prohibidas (de la fornicación).

 

Como vemos, Pablo pensó y razonó como un judío y nunca debe ser señalado como divorciado del judaísmo, el mismo texto de Hechos y Gálatas lo muestran: “Así llegó a Derbe y Listra. Había allí un discípulo llamado Timoteo, hijo de madre judía convertida y de padre griego, muy estimado por los hermanos de Listra e Iconio. Pablo quería llevarlo consigo, así que lo circuncidó, en consideración a los judíos que habitaban por allí” (Hechos 16, 1-3). “Aquel que les da el Espíritu y hace milagros por medio de ustedes ¿lo hace porque cumplen la ley o porque creen en la predicación?” (Gálatas 3, 5).

 

San Pablo se esforzó en legitimar teológicamente a las gentiles a la fe de Israel, respetando al mismo tiempo las costumbres judías (Cf. Hechos 16, 1-3; 17, 1-4; 17, 10-12; 18, 8-18; 19, 1-10; 20, 6-7; 21, 24). “Hermanos, aunque no hice nada contra el pueblo o las costumbres paternas…” (Hechos 8, 17s).

 

El documento El Pueblo Judío y sus Escrituras Sagradas en la Biblia Cristiana número 79, 1 dice: “De todos modos, Pablo continua pensando y razonando como un judío. Su pensamiento sigue estando visiblemente impregnado de ideas judías. Es sus escritos, no sólo se encuentran, como hemos dicho anteriormente, continuas referencias al Antiguo Testamento, sino también muchas improntas de Tradiciones judías. Además, Pablo utiliza a menudo técnicas rabínicas de exegesis y argumentación”.

 

Pbro.: Hernán Díaz – Aharon Cohen Tapiero.

En el amor del Mashiaj.

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